El terremoto de Nepal de abril de 2015 fue un sismo de magnitud 7,8 grados que se registró a las 6:11 (11:57 hora local) del sábado 25 de abril de 2015 y que afectó a ese país del Asia del Sur. Tuvo su hipocentro a una profundidad de 15 km y su epicentro se localizó a 81 km al noroeste de la capital Katmandú, concretamente en el distrito de Lamjung.
Ha sido el terremoto más grave que ha sufrido el país nepalí desde el acontecido en 1934. Hasta el momento, el número de víctimas supera las 7000 y los daños materiales son cuantiosos —entre ellos, se incluyen la plaza Basantapur Durbar de Katmandú y otros edificios emblemáticos, como la torre Dharahara .
RELATO EXTRAÍDO DEL PERIÓDICO VIRTUAL "EL PAÍS" 23 DE ABRIL DE 2016
-Pocos habitantes del distrito de Sindhupalchok dudan de que otro gran terremoto está por venir. Hay quienes lo esperan con miedo, otros con resignación y, algunos, con relativo optimismo porque sus nuevas casas son más resistentes que las que quedaron destrozadas el 25 de abril del año pasado. El brutal seísmo de magnitud 7,8, que llegó incluso a rebajar en algunos centímetros la altura de los Himalayas, se ensañó con esta región montañosa que se extiende a unos 60 kilómetros de la capital nepalí. Aunque no fue el epicentro del primer temblor —sí del segundo, de magnitud 7,3, en mayo—, el latigazo y las precarias construcciones de la zona la convirtieron en la más perjudicada del país: 3.438 muertos (de los 9.000 en todo Nepal), 63.885 casas severamente dañadas (el 96% de esa área) y más de un tercio de la población afectada (unas 109.000 personas).
Por las escarpadas montañas donde yacen desperdigadas pequeñas poblaciones a las que hay que acceder tras horas de caminatas y vehículos todoterreno se propagan rumores como que un temblor aún mayor que el del año pasado hará acto de presencia justo el día del aniversario. De ello está convencida Shreejana Lama, de 27 años. Lo cuenta con una sonrisa mientras cuida a sus dos hijos de uno y seis años en la entrada de su nueva casa: una cabaña de madera con techos de latón en la que vivirá, al menos, durante los próximos cinco o seis años. “Cada vez que el cielo se oscurece temo que pueda suceder otra vez. Yo creo que el 25 de abril habrá otro gran terremoto, pero al menos ya tengo experiencia, sé lo que sucede y que esta casa no se derrumbará sobre nosotros, pienso que la vida de mi familia no corre peligro”.
La vivienda de Lama, en la que vive con sus hijos, su suegro y su marido en las épocas que no está trabajando en Katamandú como albañil —que son las más—, es uno de los refugios temporales piloto que ha construido el consorcio para la recuperación del terremoto, formado por varias ONG y financiado por Echo, la agencia de ayuda humanitaria de la Unión Europea. La idea no es solo dar un hogar a las víctimas más vulnerables del terremoto hasta que puedan reconstruir sus viviendas, sino servir de ejemplo para los carpinteros, albañiles y los propios habitantes de las aldeas de Sindhupalchok y que así aprendan a construir estas edificaciones modestas, pero previsiblemente resistentes a nuevos seísmos y al monzón que llegará en un par de meses.
CRISTIAN CASAL PARIS
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