Más
de 400
personas han muerto y 6.700 han resultado heridas por
el seísmo que ha devastado el oeste de Irán. El desolador paisaje
de varias poblaciones de la provincia occidental de Kermanshah,
fronteriza con Irak.
El
seísmo,
de 7,3 grados en la escala de Richter y
que tuvo el 12.11.2017
su epicentro en la frontera entre Irán e Irak, arrasó varias
localidades iraníes y provocó en esta jornada nuevas réplicas
.Ante la magnitud de la tragedia, las autoridades iraníes
movilizaron a todos los cuerpos de seguridad, incluidos el Ejército
y los Guardianes de la Revolución para acelerar las tareas de
rescate y de retirada de escombros.
Las
tareas de rescate y desescombro, en las que se
emplean perros rastreadores y grúas, debieron
detenerse momentáneamente en alguna ocasión a causa de las réplicas
del temblor. La amplitud del desastre colapsó o destruyó los
centros sanitarios de las localidades
más afectadas como Sarpul Zahab, Eslamabad Gharb y Ghasr Shirin.
Las réplicas,
algunas de 4,7 grados, se
han sentido en varias provincias del norte, oeste y centro de Irán,
incluida la capital, Teherán, así como en países de la zona como
Irak, Turquía y Kuwait.
En
Irak los
daños más graves se han registrado en Darbandijan,
unos 75 kilómetros al este de Suleimaniya, situada en la región
semiautónoma del Kurdistán iraquí.
Irán
e Irak están situados sobre varias fallas tectónicas y
son relativamente frecuentes los terremotos. El terremoto más grave
de los últimos años ha sido el de 2003 en Bam, en el sureste de
Irán, que provocó 31.000 muertos.
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